Ya se que todo es desterrado
de mi corazón latiendo al mar,
pero la marea me trae las naufragas en las olas,
a mis brazos tendidos, que atenazan sus cuerpos,
liberando sus almas del dolor y la muerte.
Yo comparto el saber de vuestras auras
sobre aquello que nos rodea,
y no mendigo el sabor de lo mundano,
sino el olor de vuestro vigor entre mis labios.
En la hora de la loba llegasteis a mi vida
cual canto se adentra lentamente en el alma,
irradiando notas,elevando el céfiro inquieto,
tomándose en justa medida,
el afán de indagar en lo más hondo.
Tejed sonetos y liras en mi cuerpo
que ahora vuestro aliento es mi aliento,
donde el sol se oculta tras la marea rendida,
y donde nace un alba en cada mirada.
Aldebarán,para Hilda y Narazwa
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