Del tallar a lo divino sus manos forjaron,
y la gubia serbia el cincelar del maestro,
con la maza sonora en la médula,
invocado el milagro en la mano artesana.
De la muerte naciendo la escultura divina
el abrazo que sana el alma afligida,
en la tortuosa sentencia sobre la tierra yerma.
donde el mentor de la sabia prudencia,esculpe con prudencia.
Baña el cedro pulido con el pincel de su mesa
y otorga la luz al hijo de su diestro mando,
con el amor reclamado del corazón a su alma,
liberando el amor desnudos al alba.
Mirada que escruta en la talla virtuosa,
sonata y auroras rodeando la imagen,
de su afán en la destreza paciente,
que con el esmalte finaliza su obra.
Aldebrarán,para mi hermanita Hilda
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