Una vez incierto en el umbral del camino
acude a la llamada una voz que me inquieta,
y me alienta a lanzar mi salmo,
para acabar con la injusta existencia
de las palabras vacías en el pozo olvidado.
A la luz de las antorchas medito
las palabras que más daño inflijan,
al asestar sin demora en el corazón de los hombres,
en la justa medida para que teman el golpe
como helada ventisca que frene su avance.
Vacías las almas caminando tras los escudos
presas fáciles del temor y el pánico,
ante la actitud inmutable en el semblante del caballero
y el grito amenazador lanzado con agudeza.
Las espadas al aire,amenazadoras blandimos
y al resonar del cuerno de la victoria avanzamos,
la lluvia de flechas sobre nosotros cayendo
pero el avance merma el valor del enemigo.
De nuevo el cuerno resuena,con vigor marchamos
las columnas se enfrenta en heroica batalla,
el miedo en el rostro del enemigo
y los escudos quebrados sobre el campo.
Los señores del miedo huyendo en desbandada
y el ejercito de la luz de nuevo victorioso,
no hay ejercito que valga entre las tinieblas
cuando los caballeros de la luz portan la justicia.
Aldebarán
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