Una hermandad es anunciada
con el corazón en la mano,
llega cuando buscas en vano
y sin deseos de ser codiciada.
Esa es la dicha esperada
a la cual mi vida yo la someto,
que no por intención esmerada
esta caiga en vano lamento.
Tendrán que callar los murmullos
alejarse también los orgullos,
para decorar con mi palma tus manos
arrimando distancias y hombros.
Cortesía y aplomo en palabras
sin juegos ni astucias macabras,
en caminos angostos y cerrados
sin sentimientos ni rencores cercados.
Esta es la amistad que tanto adoro
aquella guardada como un tesoro,
que en el desván de mi alma te espera
cual niño dormido que no desespera.
Aldebarán
domingo, 24 de julio de 2011
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