Quiero sentir la marea gritando su nombre
como uno gritando el mismo canto,
donde el clamor con ímpetu eleve,
el mismo que lanzado apague su llanto.
Las hojas muertas barridas de un soplo
los vientos rebeldes no amainan,
repulsa en el aire cual templo,
de la verdad donde los pueblos caminan.
Ningún dictador y ningún tirano
podrá mantener cautiva y sin alas,
con arma tendida y temor en el llano,
rumor de esclavos recibiendo las ráfagas.
En el suelo inmortales desnudos caídos
a lo lejos el sonido lejano del trueno,
el ejercito que avanzando sin freno
cuando las hienas sus tierras hayan cedido.
El mal envenenado cayendo sin tregua
a manos de la espada templada en la mente,
castigo al necio donde no se es indulgente,
al daño infligido recorridas las leguas.
Por Aldebarán dedicado al movimiento 15M.
martes, 9 de agosto de 2011
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