El árbol
desojado
Vestidura
liviana tendida en la hojarasca
del ramal
yermo en el frio otoño,
lagunas
chapadas en plata
al ocaso de
las miradas de plata.
Sopla el
viento ¿Donde esta la sinfonía?
De luceros
temblorosos es su arpa,
que cobijaban
las liras y sonetos
en una colina
perdida.
¡Duerme
esqueleto milenario!
Que por tus
venas aún corre el vino,
donde la sed
de tu alma queda apagada
en una
tertulia de ánimas inquietas.
Miriada de
lágrimas en tu cuerpo
de una nebula
negra,
que arrastra
la última vela
de un barco
varado en el llano.
Tiñe tu piel
de coral
la primera
luz de la mañana,
añorando el
bautizo de las lluvias de mayo
modelando tu
nuevo vestido.
Alma de
templanza infinita
ya sueñas
con bailar de nuevo,
con tus
esmeraldas y tus yemas
en una brisa
temprana.
Aldebarán


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