Dos luceros brillan,conmueven mis ojos
mis lágrimas viajan,risueño mi rostro,
contemplo la magia,la premura me asalta
desvío el rumbo,no hay estrellas ni astros.
Delicada ternura,la cautiva añoranza
se detiene el latir del ruiseñor abatido,
y en los cielos se cierne la cólera y el llanto,
nómada inquieto cuando la espera es moranza,
perdido en la oscuridad siendo cautivo del látigo
que no puede quebrar la visión de tu encanto.
En mi celda hiendo,las cadenas y barrotes,
la libertad para amarte y caminar a tu lado
el horizonte cercano y el país desconocido.
La sonrisa encendida,a la cual soñando nado
sobre el río de lágrimas que ya he conocido.
¡Me miras!Corazón y mi alama ya no son pobres
Aldebarán para Laura Guevara Crespo
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