¡Navegan
hacia ti,
amado
Padre-Madre celestial,
que
horadas en velero arco iris
el
velo que precede a una nueva creación,
en
la pradera de flores estrelladas!
Todo
el amor que sembraste en mi crisol
y
las dávidas que te devuelvo,
en
el más hermoso verbo
que
hiciste llegar a mi alma.
Colibrí
de odas turquesas nace en mis manos
alzándose
tras la caída del ángel,
que
tomando tierra despierta
cual
fénix diamantino alzando sus alas,
en
la dorada acaricia del céfiro
que
embellece su canto,
lamiendo
las estelas del véspero
con
las guirnaldas de la abuela plateada,
en
el lago interminable.
¡Siento
el néctar sagrado fluyendo,
recorriendo,modelando,el
navío con el cual surco los valles
alfombrados
con el aroma de tu amor!
La
melodía del tambor perfumado silenciando,
los
edictos promulgados en vano,
en
la alcoba del engaño
perdiéndose
en el olvido
para
no volver a ser liberados.
¡De
nuevo vuelvo a ti!
Como
me alumbraste en aquel majestuoso destello,
que
ilumino la primera era de los luceros
brotando
como una llama blanca,
formando
girones,girando como girasoles
para
ser alumbrado siempre por tu luz,
que
siempre estuvo en mi
escrita
en papiros de plata,
por
una pluma dorada que regalaste a mi alma.
Francisco
Javier


