Un oda de recuerdos
Un cielo añil en la
mirada
de una ola en el
pacífico,
una estela de luz en
la cima
coronada de versos
inquietos,
en una memoria
inalterada
en la vieja herida
que nunca se cierra.
Un invierno de mármol
en la alcoba
y una pluma dibujando
estrellas
en una noche macabra
de besos,
un trineo en el
jardín de lobos
y una luna arrebatada
por la carcoma
sobre el estuario de
lirios brillando.
Un plaza habitada por
duendes
en la caravana de
brisas ardientes
y una melancólica
serenata bajo el balcón
de una miriada de
grillos enardecidos,
bajo una bruma
dispersa
en un cántaro herido.
La aurora de lienzos
verdes elevada,
¡inhalo hasta el
rocío!
Suena una canción en
el alma,
en un desfile salmos
al aire.
Noche cobriza en la
mirada,
aliento de luces que
brotan.
Un manjar en la
hilera
en el estío de danzas
al viento,
vibrando el éter que
nos fumiga
sobre el altar de los
cuatro cerros.
¡Nirvana dormido en
mis brazos!
Y miles de besos
robados.
Aldebarán


